"DIVIDE Y VENCERÁS": LA CONSEJERÍA DE EDUCACIÓN DE LA COMUNIDAD DE MADRID, A POR LA JORNADA CONTINUA QUE ENFRENTA A PADRES/MADRES Y PROFESORES

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La Consejería de Educación, Juventud y Deporte de la Comunidad de Madrid ha encontrado la forma de volver a tener por el mando la sarten de la educación madrileña, ya que éste ha sido el curso elegido para plantear en los centros públicos de infantil y primaria la modificación del tipo de jornada escolar.

En varios colegios del distrito de Chamartín también se ha celebrado este tipo de sondeo con urnas de por medio, con el consiguiente cisma entre el claustro y la dirección de los centros y los padres y madres de los alumnos/as. El ciclo 2012/13 se ha convertido pues en un año escolar con bastantes tensiones entre ambas partes, lo que ha provocado un auténtico desgarro en la convivencia diaria de docentes y familias.

Si una de las intenciones del equipo de Lucía Figar ha sido provocar esta respuesta, a fe que lo han conseguido. Se han suspendido excursiones de fin de ciclo por las desavenencias entre unos y otros, ha habido denuncias por comentarios del profesorado a los niños, presiones a éstos para que transmitieran en casa la idoneidad de la jornada continua... y un largo etcétera de desencuentos, malentendidos, conversaciones de patio llenas de rumores e imprecisiones y todo tipo de reacciones airadas. Cualquier cosa, menos un debate sereno con información contrastada e intercambio abierto de argumentos y razones.

Por si fuera poco la existencia de dos bandos claramente enfrentados, el cisma se contagió a los propios padres y madres. Defensores y detractores de la jornada continua han manifestado posturas irreconciliables sobre la cuestión, con batallas dialécticas similares a las que plantea la convocatoria de una huelga general en cualquier empresa. Valga el ejemplo para transmitir de forma fiel la sensación de lo vivido en los accesos a los colegios y los cafés de primera hora, la recogida a la salida de clase o los corrillos de las extraescolares. Una auténtica cizaña que todo lo ha contaminado, ante la (suponemos) media sonrisa de los responsables de la Dirección de Área Territorial en la calle Vitrubio.

En cada colegio, el proceso parte de un acuerdo previo del Consejo Escolar, que ha de votar en mayoría para que se inicie el mecanismo de cambio de jornada. Durante años se ha presionado a los representantes de las familias para que decantaran su criterio en favor de tal posibilidad, agotando los periodos de los electos durante cuatro años para volver a la carga con este frente único de profesores y directores/jefes de estudios, siempre de la mano en esta cuestión.

En el Colegio de Educación Infantil y Primaria Ramiro de Maeztu ya hubo un intento previo en el año 2003, desmontado por la negativa a colaborar de los consejeros que por entonces defendían los derechos de las familias. Una encuesta demostró entonces la mayoritaria oposición de los padres y madres a un tipo de horario que cambiaba la rutina diaria de cada casa, amén de implantar otros aspectos de dudosa o nula eficacia pedagógica y educativa. Los recreos de 15 minutos, por poner un ejemplo clamoroso de ninguneo y conculcación de los derechos del menor.

Frenta a las teorías, la opinión del pueblo soberano. La votación en el Ramiro se celebró el pasado miércoles 17 de abril. Para que la propuesta de cambio de jornada partida a continuada pudiera ser aprobada en un Consejo Escolar posterior tenían que producirse dos circunstancias: que expresasen su opinión las dos terceras partes del electorado (un voto por cada padre y madre, es decir, dos por alumn@) y que los votos a favor alcanzasen las dos terceras partes en el recuento.

En el CEIP de la calle Serrano, 127 participaron 1.022 personas (un 63,30%), por lo que tampoco podría haber salido adelante el cambio administrativo de haber sido éste apoyado de forma masiva. De hecho, hubo padres y madres que defendieron la abstención activa como medida indirecta de protesta o boicot ante este repentino fervor democrático de los responsables educativos del gobierno autonómico de Ignacio González.

Quienes sí votaron (647 personas) lo hicieron de manera masiva en un mismo sentido, ya que 522 particulares (81,15%) manifestaron su oposición al proyecto, frente a los escasos 122 (18,85 %) que sí lo apoyaron. Hubo tres votos en blanco.

Si 2012 será recordado como el año de los recortes en los centros públicos y de las campañas de descrédito a los profesores por parte de los políticos populares, 2013 lo será para muchos como el año en que esos mismos políticos consiguieron enfrentar a quienes hace sólo unos meses vestíamos una misma y reivindicativa camiseta verde. La Marea a la que daba color fue un momento único de unión de intereses entre todos los miembros de la comunidad educativa. Esa unanimidad descolocó por completo a los responsables educativos oficiales, que urdieron una burda apuesta por el “divide y vencerás”. Burda, pero efectiva si nos atenemos a lo ocurrido durante los últimos meses.   

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